Juan Espinosa, el tamaño no importa
martes, agosto 27, 2013
Si Juan Espinosa hubiera alcanzado la estatura promedio de un
adulto a los 30 años, quizás fuese médico o policía, dos de las
profesiones a las que quería dedicarse cuando era niño. Pero entonces no
sería tan popular como lo es hoy en los espacios humorísticos de los
canales hispanos del sur de la Florida.
Mide solo cuatro pies y
dos pulgadas y a pesar de su corta estatura, llegó casi sin proponérselo
a crecer en la carrera que descubrió casi por casualidad, la de
comediante.
En Univisión aparece semanalmente en La cosa está dura, Escuela de policía, La peluquería y en el popular segmento de El Chacal de la trompeta, de Sábado gigante. También es “Carlitos el productor” de El Gordo y la Flaca.
En América Tevé hizo su debut en el espacio Payo en llamas hace 11 años. Fue Machete y otros personajes en La cosa nostra, y actualmente es parte del elenco del programa TN3, que conducen de lunes a viernes a las 9 p.m. Nadia Rowinsky, Omar Moynelo y Carlos Otero.
Ahora
es famoso y lo reconocen donde quiera que va, pero no siempre fue así.
El camino hacia la fama que disfruta tanto tuvo que transitarlo cuesta
arriba y con muchos tropiezos. Para él todo fue difícil, prácticamente
desde muy temprano, dice que desde que tiene memoria.
De niño hasta los
cinco años tuvo que llevar puesto un corsé que lo sostenía por el torso.
“Aquello era espantoso”, recuerda. “Ahora los médicos me han dicho que
tengo la fuerza de cualquier adulto de estatura normal, pero sigo
padeciendo de fuertes dolores debido a la artritis que tengo en las
manos y las rodillas”.
No obstante entró en la adolescencia como
un muchacho normal, pero a los 12 años empezó a sentir que algo raro
pasaba con él. “Esa fue una de las partes más difíciles de mi vida
porque me di cuenta de que mi estatura no era igual a la de mis hermanos
y mis amigos. Me miraba en el espejo, en los videos, en las fotos y, a
pesar de que no me sentía más pequeño, empecé a compararme y me daba
cuenta de que comenzaba a serlo”.
“Primero le pregunté a mi mama”,
continúa, “que por qué yo y no los demás, un poco como si tuviera parte
de culpa; después me lo preguntaba a mí. Lloré mucho, tuve etapas de
llorar todos los días. La hice sufrir mucho, mis padres hablaron de
llevarme a un psicólogo, pero gracias a Dios, un día fuimos juntos a la
iglesia, y allí recibí la bendición del Santo Espíritu. Aquello me dio
una paz muy grande, y ese día dejé de sentirme mal por mi estatura”.
Como
ha sido su vida, así es el día a día de Juan Espinosa, en una carrera
constante por imponerse. Desde hace varios años practica jiu-jitsu, el
arte marcial japonés, y ahora se ejercita 45 minutos diarios con el
Insanity, un programa de entrenamiento que requiere agilidad, rapidez y
una fuerza de voluntad excepcionales.
Sus pasatiempos no lo son
menos. Buena parte de los fines de semana los pasa en las zonas
pantanosas de los Everglades montando su moto Polaris todo terreno de
cuatro ruedas, modelo 350. También suele practicar tiro con su fusil de
asalto AR-15, un revólver Smith & Wesson .44 o una Glock de 9
milímetros. Una demostración de sus habilidades puede verse en
Youtube.com, buscando “Juan Espinosa versus Alejandro Cepeda”, en el que
bromea retando al conocido judoka de origen cubano.
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