Cine RD: Una industria para imbéciles
lunes, septiembre 23, 2013
Claro que es pretencioso hablar de una “industria del cine dominicano”,
pero nos prevalemos del término como forma de manifestar lo lejos que
está la escena local de los criterios de “autor “y hasta de la
rigurosidad de artesanos de algunos realizadores de películas.
Lo cierto es que es alarmante la forma en que los atrapacheles de la
cultura se han alineado para tomarnos a todos de tontos y sacar jugosos
beneficios de una Ley que se hizo para impulsar el cine como expresión
artística, negocio, industria cultural y medio de promoción de los
valores del país, y hasta como apoyo al turismo.
Lo grave es que debería partirse de que la realización de una película
en principio debe dejar beneficios económicos, mediante la atracción de
público que solvente la taquilla, pero aquí, por lo que se ve, no es
así.
Es el caso de esa sucesión amorfa de imágenes que se exhibe en las salas
del país bajo el atrayente aunque poco original título de “Mi angelito
favorito”.
El nombre vende, pero el producto es tan disparatado que cualquiera
pensaría que precisamente el interés de Alfonso Rodriguez fue crear ese
desastre, y así reír a sus anchas porque de todos modos las ganancias
están garantizadas.
Eso explicaría la elección de un elenco de gente incapaz de poner un
extra en su actuación para aliñar personajes, que como ha explicado el
prestigioso crítico Armando Almanzar, “carecen de vida propia”, es
decir, no están contextualizados ni perfilados psicológicamente.
Para colmo, como expresión de la anomía que prevalece en la sociedad
dominicana, Rodríguez tiene el tupe de manejar la Ley de Cine como
instrumento de figureo y comesolismo.
Solo eso explica que se tomara la confianza de auto asignarse uno de los
papeles fundamentales de la desordenada historia, mientras que a su
hija le otorgó el rol protagónico, y ambos asumen sus retos sin
esfuerzo, con desenfado, ya que a final de cuentas el negocios es
familiar, y nadie puede botarlos.
Otra señal de distorsión es que a pesar de que estas cintas se realizan
con apoyo publicitario amplio, el mayor esfuerzo de marketing abierto y
solapado se dirige a promover el juego de azar, sobre todo en sus
modalidades electrónicas, y esta, que va dirigida al público familiar,
no es la excepción.
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