Los sabios del oriente o los reyes magos?
lunes, enero 06, 2014
Llegaron
a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente. «¿Dónde está el que ha
nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y
hemos venido a adorarlo». Mateo 2:1,2
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En
los países hispanos, este día es muy importante para los niños. Como
sabemos, los padres simulan ser los “Reyes Magos”, como se los llama.
Según los países, las costumbres son distintas: en algunos lugares, los
niños dejan pasto y agua para «los camellos», y allí mismo los Reyes
Magos dejan sus regalos, que los niños encuentran cuando se despiertan.
En otros países, los padres les esconden los regalos a los niños, y
estos los buscan por toda la casa cuando se levantan a la mañana. Este
día fue, es y será una fiesta para los niños.
Independientemente
de cómo se festeja este día en las diferentes culturas, o de si la
fecha de la celebración corresponde o no a la realidad, el relato
bíblico original es una historia tierna y emotiva, que encierra
lecciones espirituales que no debiéramos pasar por alto.
A
estos personajes de la historia se los conoce como los “Sabios de
Oriente o los Tres Reyes Magos”, aunque un análisis objetivo podría
concluir que no eran tres, ni eran reyes ni eran magos.
La palabra usada
en el lenguaje original no se refiere a los que en nuestros días se
llaman comúnmente magos, al estilo de David Copperfield, y que son
mayormente ilusionistas. Los magos de la antigüedad eran estudiosos del
calendario, la astronomía y la naturaleza, y pretendían anticipar
fenómenos futuros. Eran los consejeros de las cortes antiguas, aunque no
serían exactamente científicos en el estricto sentido moderno de la
palabra.
Al
principio se creía que eran nueve; después siete, cuatro, hasta llegar a
tres. El número tres finalmente se adoptó por el hecho de que los
sabios trajeron tres clases de regalos. Obviamente no eran reyes, pues
no fueron recibidos como tales en la corte de Heredes, ni viajaron con
una gran comitiva o ejército como habría sido el caso de un rey.
Es
maravilloso que extranjeros y ajenos a la religión judía fuesen guiados
por Dios para honrar al Mesías. Esto nos habla de la providencia
exquisita de Dios, y del hecho de que él no hace acepción de personas.
El Señor guía y conduce a los que están abiertos a su dirección. Oremos
hoy para que nos ilumine y nos guíe en todo lo que hagamos.
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