Dispendio

viernes, agosto 14, 2015


 

La modestia ya no goza de buena fama. Los ricos de antes descollaban al poseer una casa de patio grande y un único carro. Vivian cómodos pero nunca mostraban las etiquetas del ropaje. Los de antes, como Poppy Bermúdez, poseían un único vehículo, eran gente con la gente y cultivaron relacionamientos que superaban la distancia impuesta por los cargos y títulos nobiliarios.

Hoy el dispendio ha trazado nuevas reglas. Nos llaman locos a quienes propugnamos por cerrar el grifo de agua y llamar la atención por el uso indiscriminado de los recursos naturales. La nueva riqueza, la de puntos cuestionados se empeña en erigir cercas de acero y casones con columnas de precario gusto. La idea es dejarnos saber que somos diferentes, que yo tengo mucho y que por ende respeta mi margen manteniéndote del otro lado.

El gusto sencillo por la taza de café, apreciar la vida y sus colores, está más que pasado de moda. Hoy se disfruta dejándole saber al otro que yo estoy cool, que gusto, que estoy ¨fitnes¨, que poseo esto, que ocupo el VIP Gold del concierto, etcétera. En fin, lo chulo de montarse no es resolver la necesidad de traslación, el objetivo es que vean mi ¨maquinón¨ y de paso coleccionar carrocerías que valen menos una vez salen de la agencia. Desde el Estado los ejemplos de despilfarro alcanzan ribetes ilimitados.

El hogar de hoy ya no es la estancia cálida para resguardar sentimientos, álbumes, comidas domingueras. La casa actual es un marco de tendencias, de indumentaria de moda, de salas impecables con poca brecha para ser feliz entre sus cojines.

El dispendio es un espantoso dembow que lastimosamente seguimos danzando. Ni siquiera la sequía y los avisos por embalses secos y ríos pedregosos nos despierta del letargo derrochador. Seguimos más preocupados por el cómo te ves en vez del cómo te sientes.  Sin advertir de que lo sencillo e intangible, como el aire y el amor es lo verdaderamente trascendente.

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