Rafael Ithier celebra sus 90 años
lunes, agosto 29, 2016
Cuando Rafael Ithier celebre hoy sus 90 años no habrá gran festejo en su casa en Bayamón.
Las
fiestas, como afirma, son para tocar y no para él, ya que
confiesa es “tímido” para ello. Sin embargo, esas grandes
celebraciones y reconocimientos admite no hacen falta cuando se
vive rodeado de la grandeza de un hogar, una familia de cinco
hijos que lo adoran, una institución musical creada bajo los
principios de la hermandad y un pueblo que lo aplaude de pie
por llevar el apellido de Puerto Rico no solo en El Gran Combo,
sino en su corazón.
Con
la fortuna de celebrar con un plato de arroz con salchichas,
habichuelas guisadas y una raja de aguacate por el lado en su
mesa -vislumbra sea el menú de esta tarde-, el director musical
reflexiona cómo ha llegado a nueve décadas de vida con la
conciencia tranquila, con una sabiduría envidiable, un legado
histórico y cultural impensable en la música y con la certeza de soltar
una carcajada sin remordimiento.
Eso
sí, aclara que su receta, además de “suerte” es la disciplina que
adquirió a su ingreso obligatorio al ejército de Estados Unidos y
que siempre ha aplicado a su vida.
“Además
de tener genes longevos, porque mi tía murió de 98 años y mi
mamá murió de ochenta y pico de años. Aparte de eso, hay un
factor que se llama suerte. He tenido suerte en la vida. En mi casa
éramos tres hermanos. Era el más pequeño de mi casa y las otras
se casaron y se fueron. Me crié con mi mamá y me dejaba hacer
lo que me daba la gana. Era títere.
Entré
(1952) al ejército y te tengo que confesar que cuando yo juré
como soldado lloré, porque no quería ser soldado. Era servicio
obligatorio. Cada vez que me acuerdo, uno de los pensamientos es
de lo equivocado que estaba. Lo agradezco infinitamente porque
asimilé la disciplina del ejército y aprendí a ser hombre y a
obedecer una orden. Esa disciplina es la que aplico a mi vida y
en la que baso mi vida”, sentencia el director musical, padre de
Carlos, Pedro, Mérida, Maritza e Ivonne, todos adultos profesionales.
Al mencionar a su fenecida madre, su recuerdo se resume a “el amor que más quiero en el mundo”, menciona con nostalgia.
Luego,
sus memorias descansan en cómo la disciplina a la que hace
referencia pudo aplicarla a su otra familia extendida: El Gran
Combo de Puerto Rico.
Referente generacional
Por
casi 55 años, el mulato mayor ha dirigido la llamada
“Universidad de la Salsa”, una institución musical que es y ha
sido nuestro referente cultural dentro de la música latina. No
existe ninguna agrupación latina que haya alcanzado el éxito que
posee la orquesta, que con altas y bajas ha mantenido su
vigencia a través del tiempo.
Desde
el 1962, Ithier se ha dado a la tarea de que El Gran Combo de
Puerto Rico, además de ser nuestra bandera musical en el mundo,
narre historias desde una perspectiva social atada a nuestra
puertorriqueñidad, a lo que somos como pueblo.
Esa
misión recae sobre su espalda y aunque él no se reconoce como
un líder, sino como parte de un colectivo, lo cierto es que sin esa
visión de orden estricto, asegura, no estuviese conversando con este
medio.
“Rafael
Cortijo e Ismael Rivera eran tremendos tipos. Lo que les faltó fue
el ejército. Siempre he dicho que lo que les faltó fue eso. La
gente dice que el futuro no existe y yo digo que sí existe,
porque el Gran Combo es el futuro de Cortijo”, sostiene al recordar
cómo se desintegró Cortijo y su combo, orquesta a la que
perteneció y que fue fundamental para el desarrollo de lo que hoy
conocemos como salsa.
“Cuando
menciono a compañeros que no están, tal vez como (Rafael)
Cortijo, (Eddie Pérez) La Bala, Ismael (Rivera), es que no creo
que ellos se murieron, ellos se mataron. Ellos vivieron la vida a
su manera. Y pienso en eso y me da rabia... se mataron. Cada vez
que lo pienso me endiablo más con ellos. Eran tipos que eran dueños
del mundo y podían lograr lo que deseaban. Eran buenas personas,
talentosos y exitosos”, añade el director musical que afirma que
no piensa en la proximidad de la muerte, porque “el trabajo está
hecho”.
“Soñé
con aquel grupo todo lo que ha ocurrido con El Gran Combo. El
potencial que tenía el Combo de Cortijo no lo tenía nadie y mi
satisfacción es que aquello que soñé lo he podido ver con esta
agrupación”, añade el hombre visionario que le ha tocado enfrentar
altas y bajas en la orquesta; desde las cancelaciones de contratos
en televisión, radio y giras, hasta las sorpresivas salidas de
los integrantes.
Salida dolorosa
Por
la Universidad de la Salsa han pasado sinnúmero de músicos y
cantantes que han tenido que acoplarse al sistema de reglas
impuestos por Ithier y a la visión cooperativista con la que
opera el grupo.
Las
bajas más recordadas en la orquesta son las de Pellín Rodríguez,
Roberto Roena, Elías López, Andy Montañez, Eddie “La Bala” Pérez y la
más reciente, Charlie Aponte.
Precisamente,
para Ithier la de Aponte, quien estuvo 40 años con la agrupación,
es y ha sido la salida más dolorosa. Aunque dice que no es
rencoroso al hablar de ello, todavía contiene sus emociones y su
rostro se torna serio. Según explica, Aponte le comunicó su retiro
de la orquesta en medio de una agenda cargada de trabajo.
“Charlie
es un buen muchacho, muy buen cantante. Charlie hace rato estaba
vislumbrando el golpe. Por eso no me sorprendió. Nosotros no
tocamos en enero, pero se presentó esa feria en Colombia. En eso
él toma la decisión de salirse, algo que es loable y él tiene
derecho. Su renuncia fue efectiva el 31 de diciembre y el día
cinco de enero era la feria. Mi filosofía es ‘los honores se
merecen no se exigen’. Charlie, cuando llegó a El Gran Combo, nadie
lo conocía. Cuarenta años después medio planeta lo conocía. Le
estaba pidiendo una semana, no 40 años más”, expresó el director
musical, que entre sus batallas personales superó el cáncer de
garganta, aún siendo un fumador compulsivo que llegó a fumar cuatro
cajetillas diarias.
Ithier
entiende las salidas de todos los integrantes que han querido
desarrollar una carrera propia o de la cercanía del retiro. De
hecho aunque él sigue al frente de la orquesta y asiste a todas
las presentaciones (la más reciente el sábado, en el concierto
#yonomequito), lo cierto es que desde el 2007 bajó revoluciones y
cedió el banquillo del piano a Willie Sotelo.
Ithier
es consciente de que los años no pasan en vano para él y para el
resto de los mulatos. Hablar del retiro no es algo que contempla
y aunque en el pasado ha generado controversias legales, como la
del fenecido Eddie “La Bala” Pérez, expresa que “ninguno de los
muchachos está atado”.
Conoció la maldad
En
nueve décadas de vida, el director musical ha sido testigo de los
cambios, sociales, culturales y políticos del Puerto Rico del siglo 20
y 21. No obstante, al preguntarle qué suceso lo ha estremecido,
cuenta que fue la muerte del productor y presentador Luis
Vigoreaux en 1983.
Ithier
era amigo íntimo de Vigoreaux, con quien compartió glorias en la
televisión y enfrentó días malos también. Narra que fue duro. De hecho,
cuando el productor creó el programa Sube nene, sube fue para
ayudar a El Gran Combo y mantenerlos en el ojo público. Por eso el
día que Vigoreaux fue asesinado es una fecha inolvidable que admite
“no la supero”.
“Una
cosa que me marcó es la muerte de Luis. Éramos muy buenos
amigos. Es una de las cosas que más me ha marcado a mí.
Desafortunadamente, ese día conocí como de la envidia se pasa a
maldad”, sentencia con tristeza.
Por
último, Ithier está seguro que recibirá hoy varias
felicitaciones y deseos por su cumpleaños. Su regalo ya lo tiene:
su hogar, su familia y El Gran Combo de Puerto Rico.
“Soy
y me siento feliz. A está edad no voy a cambiar. Tengo un
grupo de muchachos que independientemente de nuestros caracteres,
estamos juntos. Mi vida está dedicada a mi familia y a El Gran
Combo. Cumplí”, culmina con una sonrisa. (Primera Hora)
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