El amor se siente gracias al Hígado y no al corazon

martes, abril 12, 2011


El amor ha sido asociado por años con el corazón. Este órgano es un icono el Día de los Enamorados y, generalmente, se utiliza para representar los sentimientos que se tienen por alguna persona. “Te amo con todo el corazón” es una frase que se suele emplear con recurrencia, pero de acuerdo al psicólogo Boris Barraza, lo correcto sería decir “Te amo con todo el hígado.” Y es que lo que hace que “alguien nos mueva el tapete” es un proceso químico que comienza cuando las féminas destilan sus feromonas. El psicólogo explica que las damas están permanentemente emitiéndolas. En algunas ocasiones con mayor intensidad que otras. Se captan a través de un órgano llamado vomeronasal, que se localiza en el epitelio olfatorio, en el cerebro, y de ahí ingresan al sistema nervioso central. El “clic” -según Barraza- se da cuando el umbral perceptivo olfativo del muchacho se encuentra en la misma frecuencia que la vibración de las feromonas de la joven. Es por esta razón que una chica puede resultar atractiva para alguien y no para otro. En ese intercambio de estímulos, se descargan ciertas sustancias que impactan el hígado, lo que genera que éste libere unas hormonas llamadas glucocorticoides. “Son una especie de almacenadoras de energía. Cuando estamos emocionalmente impresionados, tanto la adrenalina como los glucocorticoides se liberan y hacen que nos sintamos bien con la persona que nos atrae”, señala Barraza. “Cuando alguien nos gusta, tenemos tanta energía que el corazón comienza a acelerar su ritmo cardíaco -por ello la asociación del amor con dicho órgano-. Es una respuesta a lo que el hígado está indicando. La pasión que se siente es el hígado trabajando con las suprarrenales”, agrega. Es por esto que se dice que el enamoramiento es un proceso neuroendocrinológico. Aquí se entra en una etapa de fascinación, en la que no se le ve ningún defecto a la pareja. Esto mueve a iniciar una relación de noviazgo, donde se sube otro escalón: se pasa a la ilusión. Acá se empiezan hacer planes a corto, mediano y largo plazo con la pareja, desde viajar a casarse y formar una familia. Se comparte con el otro y es a través de la convivencia que suele surgir el afecto y a veces el amor. La tercera etapa es la más difícil. Según Barraza es conocida como objetivación o confrontación. En ella, se comienzan a notar las imperfecciones del otro y es cuando se decide si se sigue o no. En un noviazgo, no todas las parejas pasan por las tres etapas. “Hay relaciones que duran más que otras. Y el hecho de que logren sobrellevar la tercera no significa que al final vayan a quedarse juntos”, sostiene Barraza. En este caminar, a veces se suele confundir la pasión con estar enamorado. Barraza aclara la diferencia: la primera es una reacción intensa que acaba en un instante; la segunda te hace sentir bien constantemente.

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