Vecinos rechazan la violencia y reclaman sacar a haitianos

lunes, septiembre 22, 2014


 

 Guillermo Pérez / Ramón Cruz Benzán
Aun cuando la vida y las actividades en el entorno de la apresurada calle 16, del barrio 27 de Febrero, se mantuvo ayer domingo en relativa calma, un día después del estallido de violencia a cargo de una multitud de haitianos que enfrentó a fuerzas de la Policía por la muerte de un compatriota a mano de un agente de ese cuerpo, el vecindario dominicano en ese enclave confiesa ahora sentir miedo y empezó a reclamar la expulsión de sus vecinos extranjeros.

Y mientras ese sentimiento aflora públicamente, la Policía ha informado de la detención de 12 personas, la mayoría de origen haitiano, a las que interroga bajo sospecha de haber promovido los disturbios del sábado pasado.
También informó del arresto de un cabo que habría matado al haitiano, y un oficial al mando de la patrulla.

Por su parte, el procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito, tras juzgar ayer “inaceptable e inadmisible” el ataque a las fuerzas del orden público, prometió que habrá persecución y castigo contra los responsables, igual que una investigación a fondo de la muerte de Yanisel Yan (Sedien), de 20 años.


Pese a que los residentes en la calle 16 prefirieron no hablar del incidente del sábado, cuando cientos de haitianos abandonaron sus techos y tomaron la calle para enfrentarse a la Policía, que junto a médicos forenses levantarían el cadáver de Yan, rompieron ayer su silencio para indicar que ya no quieren a los haitianos allí.
La historia sobre la presencia haitiana en la calle 16 y otras vías colindantes no está muy distante en el tiempo.

Empezaron a asentarse allí hace al menos diez anos y poco a poco extendieron su presencia.
Los atrajo, básicamente, la existencia de pensiones baratas, fácil acceso al transporte y un sitio adecuado para venta de chucherías. El activo escenario en esta vía, con mucho movimiento de vehículos, hileras de motocicletas casi a media calle, aceras atascadas por un cúmulo de baratijas, fue un ambiente acogedor para decenas de personas del vecino país que se muestran imperturbables ante todo este ajetreo.

Desde su llegada mostraron sus hábitos de vida y un ímpetu molestoso para los vecinos primarios del barrio.

Gustaban de las fiestas y regularmente armaban peleas.
Descuidados en asuntos de higiene y su molestia cuando se les llama a la atención empezó a disgustar a los vecinos. Pero crecían en número y se agrupaban para protegerse.
Esto creaba temor y algunas personas prefirieron evitarlos.
Al encontrar espacios de alojamiento en las denominadas “pensiones” del sector fue aumentando su presencia.

You Might Also Like

0 comentarios